lunes, 29 de octubre de 2012

Carta conclusiones Plataforma

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1 comentario:

  1. Comentario de interés hecho llegar por un compañero para incluirlo en el blog, gracias : Todas esas razones que se exponen más arriba son paños calientes pero el dedo en la llaga no se llega a meter:

    ¿Cómo pretender que la ciudadania no nos confunda con los/as secretarios/as del Juez, si los propios Jueces* se refieren a nosotros (y a muchos les da igual que estemos delante) y hasta nos presentan en público a terceros, como "mi" secretario?

    (*incluidos sustitutos)

    ¿Cómo pretender que algunos abogados y procuradores no nos traten de secretarios/as del juez, si ellos, los jueces, son los primeros en aludir a nosotros, ante dichos profesionales, como "mi" secretario?

    ¿Cómo pretender que el justiciable no nos considere secretarios/as del juez si es testigo de como acudimos de una punta a otra del juzgado y de nuestro despacho a la sala de audiencias al llamado del juez porque este se piensa que somos secretario suyo y como tal nos trata?

    ¿Cómo no se va a perpetuar esta vergonzante situación si hasta en los propios "modelos" elaborados por nosotros mismos, los secretarios, ostentado ya como ostentamos el carácter de señoría, hacemos constantes alusiones al diligenciado de asuntos con S.Sª, refiriéndonos al Juez?

    ¿Cómo no va a ser un imperativo profesional (y hasta moral) un cambio de nombre, si hasta los más razonables y preparados de entre los miembros de los cuerpos de Gestores, Tramitadores y Auxiliares, antepone el cumplimiento de cualquier instrucción por muy absurda que sea, que les es reclamada por un juez, aunque se trate de un sustituto y lleve un día en el cargo, al de otra que les hemos facilitado nosotros perfectamente razonada y propia de nuestras competencias?

    ¿Cómo no va a resultar potenciada toda esa ominosa impresión de ser unos subalternos de los jueces si tenemos que ocuparnos de llevar su agenda sometidos a unas instrucciones confusas, contradictorias ¡y hasta irrealizables! impropias del sentido común cabalmente presumible en una persona adulta? El cambio de nombre es una necesidad imperiosa ¡vital!. Pero mientras continuemos llevando de facto la "agenda de señalamientos" -por mucho que la mayoría de la gente ya no vaya a denominarnos así (habrá recalcitrantes que sigan haciéndolo)- nos va a tocar tener que desempeñar funciones que son características e inmanentes de lo que conforme al sentido lógico, y etimológico, resulta ser un secretario (un auxiliar subalterno) en el sentido más tradicional -en realidad, el único- del término. ¡¡¡NO A LA LLEVANZA DE LA AGENDA!!!.

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